La Universidad de Costa Rica y los ODS: articulación integral y compromiso social
Por Henning Jensen-Pennington¹ y Yamileth Angulo-Ugalde ²
Introducción
En el año 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como un instrumento global que, bajo el lema “no dejar a nadie atrás”, tiene un alcance sin precedentes al contener un conjunto de aspiraciones compartidas para avanzar hacia el bienestar de todos los países y la humanidad, en general.
Costa Rica suscribió esta agenda y, al igual que otros 192 países, se comprometió a llevar a cabo iniciativas articuladas para contribuir al logro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y alcanzar las 169 metas propuestas. Con esto en mente, el gobierno de la República convocó a sectores de la sociedad a suscribir un pacto nacional. Fue así como se estableció un compromiso colectivo para tratar de ponerle fin al hambre, luchar contra la pobreza y la desigualdad, promover la educación, la salud, la protección del ambiente y el fortalecimiento de la justicia.
Para contribuir con el alcance de estas metas, es imperativo el trabajo conjunto de sectores públicos y privados, de la sociedad civil, la academia y los gobiernos locales. Por lo tanto, este pacto nacional fue firmado por los tres supremos poderes del Estado, el Tribunal Supremo de Elecciones y el Consejo Nacional de Rectores (CONARE) de las universidades estatales. El pacto fue rubricado por diferentes sectores privados, organizaciones confesionales y de la sociedad civil, sindicatos, la Defensoría de los Habitantes y la coordinación residente del Sistema de Naciones Unidas.
A estas iniciativas se adhirió la Universidad de Costa Rica (UCR), fiel a lo que establece su Estatuto Orgánico[1], según el cual esta institución debe contribuir con las transformaciones que la sociedad necesita para lograr el bien común. Así, sus fines y propósitos aspiran a la consecución de la justicia social, la equidad, el desarrollo integral y la libertad plena. A lo largo de su historia, la UCR ha cultivado un modelo institucional acorde con los objetivos de desarrollo sostenible mucho antes de que estos fueran establecidos explícitamente en una agenda global.
La UCR, mediante el trabajo en los campos sustantivos del quehacer universitario (investigación, docencia y acción social), ha trabajado históricamente en el cumplimiento de los ODS de manera tácita, pero sistemática y consecuentemente.
Contexto y antecedentes
El Estatuto Orgánico de la UCR establece, entre sus valores y principios, la excelencia académica e igualdad de oportunidades para todas las personas, respetando su libertad de expresión, reconociendo la diversidad de etnias, culturas y sexualidades, al igual que el compromiso con el medio ambiente. Estos principios deben reflejarse en el accionar de todos sus actores: el cuerpo docente, la población estudiantil y el sector administrativo.
Los tres pilares de una institución de educación superior estatal (investigación, docencia y acción social – también llamada “extensión” en muchas universidades -) se encuentran interconectados, de manera que es un propósito explícito que el cuerpo docente, el estudiantado y el sector administrativo, además de la formación académica y profesional especializada, desarrollen una visión integral y humanística en el ejercicio de sus actividades universitarias. De esta manera, cada miembro de la comunidad académica debe beneficiarse de este tipo de formación y, al mismo tiempo, contribuir a la concreción de esos tres pilares esenciales.
Ello significa que el estudiantado participa en proyectos de investigación y acción social. Este involucramiento es sustancial para garantizar el impacto institucional en la comunidad. El cuerpo docente se compromete con procesos de enseñanza y aprendizaje, y al mismo tiempo lleva a cabo proyectos de investigación y acción social o extensión. Y el sector administrativo, el cual es fundamental en la arquitectura organizativa de la universidad, participa también en estos proyectos, todo lo cual permite que los valores y principios de la institución se mantengan vivos y activos en todas sus dimensiones.
Desde el momento mismo de su creación, en 1940, la UCR incorporó una función social a sus propósitos, aspirando a la formación de profesionales necesarios para el desarrollo económico y social. A los ochenta años de su fundación, la UCR se reconoce hoy día como una universidad regida por los principios de libertad de cátedra y de expresión, garante de la justicia y la democracia, y promotora de la igualdad.
Ahora bien, ¿qué entendemos por “acción social”? Este concepto se refiere a una relación de diálogo entre la universidad y la sociedad, la cual se basa en saber escuchar, aprender de manera continua y respetar todos los saberes. Es así como la universidad reconoce que la creatividad y el conocimiento no son exclusivos de la academia, a la vez que reivindica y dignifica otras formas de conocimiento, como el ancestral, el tradicional y el espontáneo.
A inicios de los años cincuenta, en los denominados “campos de trabajo”, estudiantes y docentes de la UCR se trasladaban a comunidades rurales, principalmente a aquellas con fuertes carencias y mayor grado de vulnerabilidad. Estas “expediciones” constituyeron el semillero que comenzó a germinar y dio como fruto –a inicios de los setenta–, los programas de acción social y, específicamente, el Trabajo Comunal Universitario (TCU), uno de los pilares de la educación humanística de la UCR.
En términos amplios, el TCU procura sensibilizar y fomentar conciencia social y crítica en el estudiantado y en la comunidad universitaria; y colaborar con las comunidades en la identificación de sus problemas para desarrollar soluciones propias, dentro de relaciones horizontales que propician el aprendizaje recíproco. Esta relación aspira a cambios sociales, pero también a que la misma universidad se enriquezca, aprenda y crezca en su interacción con la comunidad.
En el año 2017, para tomar un año como referente, un total de 4.631 estudiantes hicieron 1.038.150 horas de trabajo comunal, en 164 proyectos de todas las áreas del conocimiento. Cada proyecto puede incluir entre quince y veinte estudiantes; su formulación es interdisciplinaria y reúne así a estudiantes de diferentes trasfondos epistémicos. La UCR ha logrado consolidar el espacio de la acción social universitaria no solo mediante el TCU, sino también por medio de la extensión cultural y docente, las iniciativas estudiantiles dirigidas a la comunidad y las asociaciones de apoyo.
Para Costa Rica, estas acciones han sido pioneras. Es así como se han hecho importantes vínculos y aportes con comunidades vulnerables, marginadas o históricamente desatendidas. Y una de las grandes lecciones que subyace al trabajo con cada una de ellas, y que ha persistido a lo largo de décadas, es la intensa y profunda relación de las comunidades y su entorno natural.
Compromiso con el desarrollo sostenible
Una parte importante de este compromiso social universitario está enfocado en la conservación del ambiente, precisamente reconociendo los compromisos históricos de Costa Rica en este ámbito, y atendiendo las lecciones aprendidas del vínculo entre la universidad y la sociedad. En efecto, el compromiso con la sostenibilidad ambiental es una de las políticas que la institución estableció para el periodo 2016-2020.[2]
De estas políticas se han derivado iniciativas concretas. Por ejemplo, se creó la Unidad de Gestión Ambiental que articula esfuerzos internos en este ámbito. Una de sus acciones más relevantes ha sido el establecimiento del Galardón Ambiental, que ha comprometido a muchas instancias universitarias con la preservación del ambiente. Adicionalmente, una comisión especializada valora la foresta de toda la universidad con el fin de preservar y ampliar los recursos ambientales dentro de cada campus. Debe señalarse que la UCR, entre 2016 y 2020, experimentó el proceso de ampliación de infraestructura más grande de su historia, y fue cuidadosa en velar por la conservación de su foresta, en procura de espacios humanizados y un entorno sostenible.
Por otro lado, la UCR cuenta con una Red de Áreas Protegidas que se dedica a la protección de las reservas naturales propias de la universidad o bien administradas por ella como resultado de diferentes convenios, los cuales se han firmado con instituciones públicas para proteger recursos naturales que muestran una gran diversidad. Todo ello se hace en concordancia con los intereses nacionales y las políticas universitarias.
Debido a su propia naturaleza, la Escuela de Biología realiza investigación para el análisis y protección de la biodiversidad, sobre todo en humedales y ecosistemas forestales de todo el territorio del país. Estas investigaciones serán desarrolladas a partir del año 2020 desde el nuevo Centro de Investigación sobre Biodiversidad y Ecología Tropical (CIBET). Estas acciones están principalmente asociadas con el alcance del Objetivo de Desarrollo Sostenible de ecosistemas terrestres, teniendo alrededor de 20 proyectos en ejecución.
El Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) realiza aportes de gran valor en el campo de vida marina, y se ha convertido en un centro de referencia para el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 de la Agenda 2030. Dentro de sus investigaciones sobresalen las relacionadas con ecología marina, biodiversidad acuática, monitoreo ambiental y diversidad marina; realiza análisis de muestras de embalses, ríos y lagos y cuenta con un sistema de apoyo referencial de información oceanográfica (MIO-CIMAR) que ofrece el pronóstico de oleaje para las costas costarricenses, dando un apoyo confiable a pescadores y navegantes en general.
En cuanto al objetivo de agua limpia y saneamiento, unidades de la UCR realizan investigación en diferentes zonas del país y elaboran propuestas de protección de este recurso natural y del manejo de cuencas hidrográficas, así como iniciativas referentes a sistemas de riego, a la conservación de la calidad de agua y su disponibilidad, y la seguridad alimentaria en zonas costeras, entre otras. En esta área, el Centro de Investigación en Estudios de Desarrollo Sostenible (CIEDES), el Observatorio del Desarrollo (OdD), el Programa de Desarrollo Urbano Sostenible (PRODUS) y el Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) apoyan a las municipalidades de diferentes regiones, al igual que lo hacen proyectos y actividades de la Escuela de Ingeniería en Biosistemas, la Facultad de Microbiología y la Escuela de Geología con su maestría en Hidrogeología y manejo de recursos hídricos.
Al referirnos al objetivo de acción por el clima, es menester resaltar un proceso colaborativo entre muchos actores, entre los cuales es importante señalar el trabajo que se desarrolla en el Centro de Investigaciones Geofísicas (CIGEFI), que estudia la variabilidad climática, la hidrología, los modelos estadísticos y numéricos del clima, y recolecta y analiza observaciones meteorológicas.
En cuanto al objetivo sobre energía accesible y no contaminante, de parte de la UCR se realizan aportes en investigación para obtener energía no contaminante, disminuir la huella de carbono y acercarse a la carbono neutralidad. Dentro de las acciones más importantes se encuentran los estudios que se realizan en conjunto con o para entidades gubernamentales por parte de la Red de Investigación y Desarrollo en Eficiencia Energética y Energías Renovables (RIDER), en la cual participan equipos dedicados a la investigación de las áreas de Ingeniería, Ciencias Agroalimentarias y Química, al igual que el Centro de Investigación de Electroquímica y Energía Química (CELEQ).
La acción de la UCR sobre el estudio y protección del ambiente terrestre y submarino se asocia de manera importante al alcance de otros ODS, tales como la disminución de la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud y el bienestar, la producción y consumo responsables. Es importante mencionar el papel que juegan las Ciencias Agroalimentarias para promover los ODS relacionados con la disminución de la pobreza, el hambre y la garantía de salud alimentaria de la población. Cabe resaltar la colaboración existente entre las escuelas y los centros de investigación y el sector agropecuario nacional, lo cual posibilita la capacitación sobre semillas y plagas, y constituye un insumo de gran importancia para lograr que los agricultores tengan mejores y más eficientes procedimientos de producción. El Centro de Investigación Nacional de Tecnología de Alimentos (CITA) juega un papel importante no solamente en este campo sino en el desarrollo de novedosos emprendimientos mediante el apoyo que brinda a la investigación e innovación de productos a las pequeñas y medianas empresas.
Uno de los pilares fundamentales del quehacer de la UCR es el respeto de la diversidad de etnias y culturas, y de la vida humana, en general, y así como la lucha por la equidad. Estos pilares estimulan la participación en el mejoramiento de las condiciones de vida y la inclusión de diferentes grupos sociales como parte fundamental del desarrollo de una cultura de convivencia plural. Es así como el Centro de Investigación de la Mujer (CIEM), el Instituto de Investigación en Educación (INIE), y el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) han jugado un papel relevante en el avance hacia el logro de los objetivos 5 y 10 relacionados con la igualdad de género y la disminución de desigualdades. Adicionalmente, hay que mencionar el Programa de Acción Social de Inclusión de Personas con Discapacidad Cognitiva (PROIN) que ha permitido a un grupo de jóvenes desarrollarse, aportar e integrarse a nuestra sociedad.
En cuanto al objetivo de Salud y Bienestar, existe una relación estrecha entre la universidad y el sistema nacional de salud, no solamente en la preparación académica y la capacitación del personal de salud que labora en los equipos básicos de atención comunitaria, en clínicas y hospitales, sino también en esfuerzos de investigación y desarrollo científico- tecnológico. Es importante resaltar el trabajo del Instituto de Investigaciones en Salud (INISA), y del Instituto de Investigaciones Farmacéuticas (INIFAR), que contribuye con el control de calidad de medicamentos, así como de información de medicamentos a toda la población costarricense.
El Centro de Investigaciones en Enfermedades Tropicales (CIET) da un aporte importante al Ministerio de Salud sobre enfermedades transmisibles y no transmisibles.
Recientemente, la UCR, pensando en brindar un aporte de gran relevancia científica que beneficie a la salud de nuestros habitantes, creó el Laboratorio de Docencia en Cirugía y Cáncer (DCLab) que pretende dar un apoyo al diagnóstico especializado y personalizado de cáncer, así como a un posible tratamiento; además, lleva a cabo la capacitación del cuerpo médico y de enfermería en el campo de la cirugía mínimamente invasiva para beneficio de los pacientes, tanto en la intervención como en la pronta recuperación. Complementariamente, se ha adquirido e instalado un ciclotrón para la producción de radio-fármacos, el diagnóstico y la investigación en cáncer y otras áreas temáticas. El Centro de Investigación en Cuidado de Enfermería y Salud, creado en noviembre de 2019, cierra el círculo virtuoso de instancias de cooperación interdisciplinaria en este campo.
La capacitación de diversos sectores para cumplir con el objetivo 8 de trabajo decente, y preparar a muchos jóvenes y, por ejemplo, a amas de casa, se realiza desde una perspectiva de extensión docente, la cual es una dimensión del ámbito de acción social que lleva a cabo la universidad. Muchos de estos cursos, como los que imparte la Escuela de Lenguas Modernas en preparación de idiomas, especialmente inglés, la Escuela de Computación e Informática y el Centro de informática, la Escuela de Administración Pública y la Escuela de Administración de Negocios, tienen como finalidad brindar herramientas para un mejor empleo a estos sectores de la población, contribuyendo a disminuir la brecha de oportunidades que existe entre los jóvenes de diversos sectores socioeconómicos y persigue disminuir el desempleo, el subempleo y la informalidad, cuyas tasas se han elevado en las últimas décadas al igual que en toda América Latina.
Las ingenierías por su lado aportan de diversas maneras al desarrollo del país, y a la consecución de los ODS en aquellos aspectos relacionados con la industria y la innovación, las comunidades sostenibles, la producción y el consumo responsables, y el desarrollo tecnológico. El aporte de las ingenierías a diversos entes gubernamentales y no gubernamentales pretenden el desarrollo global de nuestro país y el desarrollo y producción propia que genere empleo y por ende desarrollo social.
Son muchos los ejemplos que ilustran el compromiso de la UCR con el bienestar nacional y su visión de la responsabilidad social. Sin embargo, deseamos resaltar dos casos particulares que tienen pertinencia nacional y uno de ellos, además, una especial relevancia internacional.
El primer ejemplo es la carrera de Ingeniería en Desarrollo Sostenible, la cual se ofrece en la Sede del Atlántico, un campus regional de la UCR. Esta es una iniciativa académica de particular importancia, no solo para Costa Rica, sino para toda la región centroamericana. El hecho de ser impartida en una sede regional constituye un valor agregado, ya que se encuentra situada en una región deprimida socioeconómicamente. Desde el inicio, el objetivo de esta carrera ha sido desarrollar una opción profesional para promover un cambio pragmático en la producción y la economía preservando el medio ambiente y estimulando el bienestar social de manera simultánea. Esto implica fomentar una “sensibilidad verde” que abarca todo el proceso o ciclo vital de un producto o servicio, el cual empieza por la materia prima, su elaboración y distribución, y termina en su eliminación.
Un profesional de este campo puede laborar en la gestión de desechos sólidos, líquidos y gaseosos de conformidad con la legislación ambiental y social; y muchas otras temáticas.
El otro ejemplo es uno de los institutos de investigación de la UCR, el Instituto Clodomiro Picado, el cual se dedica a contribuir con la solución del problema de envenenamientos por animales ponzoñosos en Costa Rica y otros países, así como al desarrollo científico-tecnológico nacional, mediante un esfuerzo grupal que involucra actividades de investigación, docencia, acción social y producción.
Como parte de sus actividades sustantivas y en aras de aportar conocimiento a la sociedad general sobre el ofidismo, el Instituto Clodomiro Picado (ICP) gestó un programa de acción social mediante el cual se capacita a diversos sectores para tratar y prevenir los envenenamientos por mordeduras de serpiente. Asimismo, en su papel como fabricante de medicamentos, la mejora continua que marca la línea de trabajo del ICP está asociada con una revisión constante de sus productos, procesos y el impacto que logren sus fármacos.
El ICP cuenta con variadas y consolidadas líneas de investigación – que van desde la epidemiología del accidente ofídico y el estudio del mecanismo de acción de toxinas ofídicas hasta la investigación clínica sobre anti-venenos –, pero deseamos resaltar que su dinámica de investigación se plasma en un prolífico y reconocido desarrollo y producción de anti-venenos para uso humano y veterinario que benefician al país, a la región centroamericana e incluso a otras latitudes, como es el caso de un antídoto para neutralizar el veneno de la serpiente Dendroaspis polylepis, especie africana mejor conocida como mamba negra, que ocasiona el fallecimiento de una persona en menos de 20 minutos.
Dicho antídoto –que está en su etapa experimental– consiste en un panel de anticuerpos humanos específicos contra las dendrotoxinas de la mamba negra. Este avance representa un hito histórico en nivel científico, pues constituye el primer intento que se hace a escala global en cuanto al uso de anticuerpos humanos, a fin de combatir el envenenamiento por mordeduras de serpientes, y promete ser más compatible con el organismo y tener menor probabilidad de reacciones perjudiciales.
Esta iniciativa ha sido liderada por la empresa Iontas y la Universidad Técnica de Dinamarca, y el aporte del ICP se basó en el análisis de proteínas del veneno de la mamba, en el reconocimiento de las principales toxinas de este veneno y en las pruebas de capacidad de neutralización de los anticuerpos recombinantes.
Todo ello es una muestra de que el compromiso social es parte fundamental de cada uno de los esfuerzos que se hacen en el marco de un laboratorio y es el resultado del impacto de la investigación y la acción académica en la sociedad. Asimismo, el Instituto Clodomiro Picado ha tratado de buscar soluciones al problema de la pandemia generada por la COVID-19 que afecta al mundo desde diciembre de 2019, por lo que ha producido un tratamiento basado en la purificación de anticuerpos de plasma de caballos inmunizados con proteínas del virus SARS-COV-2. Este producto se encuentra en su etapa final de análisis clínico en pacientes.
Sí: los procesos sociales son largos, y toman muchos años. Los procesos científicos requieren tiempo para consolidarse y concretarse en contribuciones que benefician a las personas. Pero sus resultados pueden cambiar el rumbo de una nación, al punto de acompañarla en el desarrollo que anhela para sus futuras generaciones.
A manera de cierre
Sin duda, la educación superior en Costa Rica y, en general, en América Latina y el Caribe es un factor decisivo de movilidad social, y por ello la universidad como institución cultural seguirá promoviendo las acciones y esfuerzos para cerrar brechas y brindar mecanismos que permitan reducir la desigualdad en el acceso a todos los bienes y derechos sociales, culturales, económicos y políticos.
Los ODS representan desafíos formidables para la educación superior y todos los Estados y sociedades. En la región latinoamericana y caribeña, el contexto, dentro del cual han de lograrse estos objetivos, es complejo y rico en tensiones, contradicciones y conflictos.
Las universidades pueden jugar un papel facilitador de alianzas de cooperación y de consensos nacionales y regionales, al mismo tiempo que deben buscar una articulación integral de múltiples iniciativas y de conocimientos complementarios en su propio seno. Más allá de enfoques inter o multidisciplinarios, se trata de lograr articulaciones estructurales al interior de la institución universitaria, pero también en el entorno público y privado. Esta articulación es esencial e imprescindible si se desea avanzar hacia un orden social que no deje a nadie atrás.
¹Henning Jensen-Pennington Ph.D. Profesor catedrático jubilado, ex rector de la Universidad de Costa Rica, 2012-2020
²Yamileth Angulo-Ugalde Ph.D. Profesora catedrática, Facultad de Microbiología, Instituto Clodomiro Picado, Universidad de Costa Rica
[1]El Estatuto Orgánico de la Universidad de Costa Rica se encuentra en la siguiente dirección electrónica: https://www.cu.ucr.ac.cr/estatuto-organico.html
[2]Esta políticas institucionales pueden ser consultadas en la siguiente dirección electrónica: https://www.cu.ucr.ac.cr/uploads/tx_ucruniversitycouncildatabases/normative/politicas_institucionales_2016-2020.pdf
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