La educación es el principal instrumento para combatir las desigualdades sociales exacerbadas por la pandemia
Durante la apertura de la mesa de diálogo convocada por UNESCO el 10 de septiembre la directora general de UNESCO, Audrey Azoulay, recordó que el COVID-19 afecta a todas las capas de la sociedad y que ha sacado a la luz brechas que reflejan las injusticias y desigualdades sociales que afectan a la cohesión de las sociedades, principalmente exponiendo la vulnerabilidad de las comunidades indígenas, las diferencias de género y la pobreza. Enfatizó que “45 millones de personas se sumarán a las 230 millones que ya se encuentran en estado de pobreza”.
Destacó Azoulay que el mayor desafío es “superar divisiones y no perder los logros obtenidos hasta ahora”. Expuso varias iniciativas que se han llevado a cabo en América Latina y el Caribe para combatir las desigualdades sociales, entre ellos el Programa Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST); la colaboración con Telefónica en Argentina para permitir el acceso a Internet de los estudiantes; el suministro de tablets en El Salvador, entre otros. “Es de vital importancia exhibir aquellos sistemas educativos inclusivos y resilientes que sirven de ejemplo para combatir la pandemia”, dijo.
Indicó que para eliminar de raíz esas desigualdades se debe comenzar por la educación en los jóvenes: 63% de la población en la región tiene menos de 30 años de edad y el 82% de los estudiantes no está asistiendo a clases. Hoy en día, más de 1/3 de los alumnos no tiene acceso a computadores desde casa. De igual manera llamó la atención sobre la situación actual del patrimonio y la cultura en la región, donde un 89% de los sitios de patrimonio mundial han tenido que cerrar su acceso.
Yahima Esquivel Moynelo, presidenta del Grupo de Países de América Latina y el Caribe (GRULAC) y Embajadora de Cuba ante la UNESCO, destacó que una de las consecuencias de la pandemia del COVID-19 puede ser la perpetuación en la región del subdesarrollo, por lo que invitó a implementar políticas inclusivas para no dejar a nadie atrás, a partir de la cooperación, la solidaridad y el diálogo. Recalcó el liderazgo de la UNESCO en relación al apoyo que brinda a los Estados miembro para contrarrestar los efectos de la pandemia por el COVID-19.
Apuesta por una agenda en común
Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz guatemalteca, intervino para enfatizar la necesidad de crear una agenda común con dosis de humanidad que empodere y otorgue protagonismo a las personas y a las experiencias locales, volviendo al núcleo de la sociedad, a los saberes ancestrales, a la familia, a las plantas medicinales de la madre tierra.
El profesor de la Universidad de Coímbra, en Portugal, Boaventura De Sousa Santos, rescató la necesidad de valorar durante y después de la pandemia la creatividad puesta en práctica por las comunidades más vulnerables, así como la necesidad del arte, la cultura y el conocimiento hacia la transición a una nueva normalidad.
Simone Cecchini, director de la división de Políticas Sociales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL), recordó que los 300.000 muertos en América Latina y el Caribe por causa de la pandemia equivalen a 1/3 de los muertos en el mundo, colocando al 2020 en la peor crisis económica de los últimos 100 años. El 54% de los trabajadores pertenecen a la economía informal y sufre desigualdades marcadas como hacinamiento, falta de agua potable, dificultad para usar la tecnología; 40% de la población no está conectada a Internet y 32% no puede hacer teleeducación, lo que traerá como consecuencia un aumento de la deserción escolar con un impacto negativo en el bienestar en los niños y jóvenes que puede ser devastador.
“Necesitamos un cambio del paradigma de desarrollo. Más que hablar de reconstrucción, es una transformación con igualdad y sostenibilidad que necesitamos para avanzar en la construcción de un Estado de bienestar que sea solidario, eficiente, con efectos en la capacidad humana, y que aumente la productividad de los trabajadores”, concluyó.
Impactos y oportunidades para la región
La profesora de planificación urbana en la Universidad de las Antillas / West Indies (Trinidad y Tobago), Michelle Mycoo, narró en representación del Caribe el impacto de la pandemia en la industria hotelera y cultural, las Pymes, la salud, la inflación, las remesas, la deuda pública, entre otros, exacerbando además la violencia doméstica, el desequilibrio de género, la brecha digital, la delincuencia, entre otros. Pero también trajo a colación los impactos positivos: la innovación, la creación de nuevas tecnologías para crear negocios, el impulso del sector agrícola, el acceso a wifi gratuito para estudiantes, la recuperación de recursos marinos, las ventajas medioambientales, la disminución del estrés, las nuevas herramientas educativas. “Las alteraciones son buenas para rediseñar nuestras sociedades, siempre y cuando no sea a expensa de los pobres y vulnerables”, dijo.
Pablo Gentili, Secretario de Cooperación Educativa y Acciones Prioritarias del Ministerio de Educación de la Nación Argentina ilustró el panorama en cifras: más del 90% de los países del mundo tienen su PIB disminuido de forma significativa en lo que sería la peor crisis económica desde la 2da Guerra Mundial. Una de las consecuencias más significativas es que 44 millones de personas se suman al porcentaje de desempleados en la región, es decir más de 18 millones de personas se encuentran en precariedad extrema. Se pasará de 185 millones de pobres a más de 230 millones y de más de 67 millones de personas en pobreza extrema a más de 100 millones.
Destacó la implementación en Argentina de políticas para atacar las desigualdades, entre ellas estrategias para garantizar la continuidad pedagógica de todos los niños y jóvenes, aumentar el acceso al internet declarado como bien público, desarrollar plataformas públicas de acceso a la educación, acceder a datos científicos, trabajar en las dimensiones éticas del desarrollo de la Inteligencia Artificial y fortalecer la cooperación internacional. “Es fundamental la defensa de la educación pública y la inversión pública en educación para revertir los niveles de desigualdad que garanticen los derechos a los trabajadores del área de la educación”, dijo.
El profesor de la Universidad Bolivariana de Quito, Jhon Antón Sánchez, recalcó que la pandemia ha exacerbado el racismo y podría acrecentar conflictos vinculados a la escasez de recursos y la migración forzada. Por otra parte, se manifestó a favor de la reparación para las comunidades indígenas, permitiéndoles el acceso a sus derechos: igualdad, educación, salud, justicia.
Al cierre de la mesa de diálogo, el jefe de la Oficina UNESCO en Guatemala, Julio Carranza, hizo un resumen de lo expuesto en ambos paneles, enfatizando que ha habido un retroceso en materia de pobreza y de derechos humanos que afecta a las comunidades más vulnerables, que es esencial el rescate de las políticas públicas para recuperar al Estado como principal instrumento de democracia, que el mercado es fundamental pero debe estar subordinado a la democracia y a la política, y que existe una preocupación por la educación a distancia y el desafío del regreso a las escuelas.
En la foto la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay (en el centro a la derecha), el jefe de la Oficina UNESCO en Guatemala, Julio Caranza (arriba en la esquina superior izquierda), la subdirectora general para las Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, Gabriela Ramos, y el subdirector general de la Prioridad África y de Relaciones Exteriores de la UNESCO, Firmin Edouard Matoko (arriba en la esquina inferior izquierda).
Vea el evento completo en el Facebook de la UNESCO.
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