Pasado, presente y futuro de la educación superior en el mundo
Blog | Por Marco Antonio Rodrigues Dias [1]
Participar en la celebración del 30 aniversario de la revista Educación Superior y Sociedad [2] es un privilegio. Para mí representa un regreso a un pasado lleno de esperanzas.
Como director de la División de Educación Superior de la UNESCO en París (hoy Sección de Educación Superior), de octubre de 1981 a febrero de 1999, seguí desde el principio, como una especie de supervisor, las actividades del ex Centro Regional de Estudios Superiores para América Latina y el Caribe (CRESALC) trabajando en estrecha colaboración con los directores del Centro, Enrique Oteiza, João Carlos Tedesco, Gustavo López y Luís Yarzabal. Apoyé e impulsé al ex CRESALC a tomar la valiente iniciativa de lanzar una revista que se enfocara en los vínculos entre la educación superior y la sociedad.
Nosotros mismos, en la sede de la UNESCO en París, a mediados de los ochenta, incluimos en el programa de la Organización la creación de una revista internacional dedicada a la educación superior. La justificación de la publicación era simple: en ese momento, las revistas abordaban el tema casi exclusivamente desde una perspectiva europea o norteamericana. Había espacio para una publicación internacional dentro de una organización como la UNESCO [3].
Mis dos primeras actividades como director de la División de Educación Superior de la UNESCO fueron participar en las reuniones de los comités consultivos del Centro Europeo de Educación Superior (CEPES) en Bucarest y del CRESALC en Venezuela (9a reunión del Comité Consultivo del 11 al 13 de noviembre de 1981). Tuve el honor, en este último encuentro, de acompañar a Miguel Soler Roca, entonces subdirector general de Educación de la UNESCO. Soler Roca había supervisado el proceso de creación del Centro y había participado en el nombramiento de su primer director, el argentino Enrique Oteiza.
Un tributo necesario
Miguel Soler Roca nos dejó el 19 de mayo de 2021, con 99 años. En este escrito quiero rendir homenaje a uno de los mejores funcionarios de la UNESCO de todos los tiempos. Tuve el privilegio de ser recibido por él cuando llegué a París. Me presentó a la entonces secretaria de esa división, Madeleine Schickler, y desde el principio, especialmente en esta misión que emprendimos juntos en Caracas, me explicó, de manera sencilla pero con extraordinaria claridad, lo que se podía esperar de una organización como la UNESCO y, en consecuencia, cómo debía comportarse un funcionario de esta organización.
En resumen, diría que Miguel Soler Roca, a quien no todos los de la generación actual tuvieron el privilegio de conocer, veía en la educación no solo un instrumento para mejorar al individuo, sino, sobre todo, una palanca para la construcción de un mundo mejor. Si hoy estuviera entre nosotros, sin duda defendería el concepto de bien público aplicado a la educación, es decir, el principio según el cual la educación debe ser accesible a todos, sin discriminación de ningún tipo, contribuyendo a la formación de ciudadanos técnicamente capacitados y socialmente responsables; una educación permanente y capaz de adaptarse a las necesidades de una sociedad en continua mutación.
Uno de los primeros documentos que Miguel puso a mi disposición decía que “el programa de educación superior de la UNESCO debía tener en cuenta que los cambios en las esperanzas puestas en la educación superior significaban que la formación e investigación debían responder a las nuevas necesidades de los diferentes escaños de la sociedad; contribuir a la revitalización de las economías, a través de la formación de profesionales calificados y la formación continua o permanente de los trabajadores, estar insertada en un marco de tecnologías rápidamente cambiantes; estimular un nivel adecuado de innovación tecnológica, a través de la investigación y el progreso del conocimiento científico y, finalmente, mantener la búsqueda de la igualdad social tanto a nivel nacional como internacional, en un momento en que las dificultades económicas afectaban, sobre todo, a los grupos más desfavorecidos”. Unir conocimiento y acción se convirtió entonces en el mensaje esencial de los propósitos pedagógicos y sociales de la formación en educación superior.
No es necesario decir que, aunque mi relación con Soler Roca fue corta -se retiró de la UNESCO en 1982 -inmediatamente me identifiqué con él, aunque todavía no conocía lo qué pasaría poco después – elementos de su historia personal, el papel que desempeñó en Uruguay en el desarrollo de la educación rural, en la creación de instituciones educativas para los más desfavorecidos y, sobre todo, su lucha contra la dictadura y su lucha a favor de una democracia real que beneficiara a todos. Un mensaje que sigue vigente en la segunda década del siglo XXI.
Para mí fue un punto de partida importante. Muchos de los que me conocieron durante los años que trabajé en la UNESCO no saben que, de joven, tuve el privilegio, en 1963, de formar parte de un equipo del Ministerio de Educación de Brasil, del cual Paulo Freire, en ese momento, con unos 40 años de edad, era la figura principal. Freire había lanzado un nuevo método de alfabetización que tenía como objetivo no solo alfabetizar a los ciudadanos, sino ayudarlos a tomar conciencia de la realidad en la que vivían y poder reflexionar y luchar por cambios que transformasen la sociedad, haciéndola más justa.
Recientemente, en uno de los interesantes webinars o teleconferencias organizadas por Kairós y otras organizaciones, el profesor Paulo Speller tuvo la amabilidad de declarar que mi trabajo tuvo una gran influencia en la orientación humanista que adoptó en sus acciones en el campo de la educación superior. La profesora Ana Lúcia Gazzola fue aún más lejos, al decir que sus gurús habíamos sido Jorge Brovetto, un merecido homenaje, y mi persona. Incluso pensé en llamar a estos ilustres profesores para agradecerles, pero aconsejándoles que no repitieran la hazaña, ya que se estarían nivelando demasiado bajo … No lo hice, y les explicaré por qué. Estoy seguro de que tanto Paulo Speller como Ana Lúcia Gazola identificaron, en algunos de mis textos, pero especialmente en el trabajo del equipo que coordinaba como director de la División de Educación Superior de la UNESCO, elementos del pensamiento de Paulo Freire.
Presencia de Paulo Freire
Y les voy a contar un secreto: si observan lo que se discutió en el área de la educación superior a principios de los noventa, cuando comenzó la publicación de la revista Educación Superior y Sociedad y de querer ir más allá, lean atentamente el documento de la UNESCO de 1995 (“Políticas de Cambio y Desarrollo en la Educación Superior”), la declaración de la Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES) de 1998 (2009 no tuvo declaración, solo un comunicado final que representa un compromiso menor de los firmantes), donde encontrarán principios que emanan directamente de la línea de pensamiento de Paulo Freire. No es de extrañar, por lo tanto, que este documento siga siendo una referencia internacional (ver el resumen de la declaración al final de este texto).
Permítanme llamar la atención sobre algunos puntos destacados en la declaración de 1998, en el origen de toda la discusión posterior que, en la región, culminó en la III CRES, en Córdoba, de 2018 [4]:
- La educación superior debe considerarse un bien público
- La principal misión de la educación superior hoy es formar ciudadanos conscientes, ofreciéndoles un espacio permanente para el aprendizaje de calidad. Las instituciones de educación superior deben desarrollar un espíritu crítico a través de la verdad y la justicia. Para ello, las libertades académicas y la autonomía son indispensables.
- Los estudiantes deben estar en el centro de las preocupaciones de los tomadores de decisiones nacionales e institucionales. Son los protagonistas esenciales del proceso de renovación de la educación superior.
- La relevancia, la participación en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de la sociedad, la inserción en un mundo laboral en el cual las necesidades de las sociedades se consideren prioritarias y la contribución al desarrollo de todo el sistema educativo son fundamentales para la acción de las instituciones y sistemas de educación superior. Sin embargo, siempre deben basar sus orientaciones a largo plazo en los objetivos y necesidades de la sociedad, incluido el respeto por las culturas y la protección del medio ambiente.
¿Qué se estaba debatiendo en 1990?
Por supuesto, no pretendo, en unos minutos, revisar la historia de la educación superior, discutir los problemas actuales y, actuando como un profeta suburbano, decir lo que será la educación superior en el futuro. Seamos claros. Se me dio la misión de hablar sobre el “presente, pasado y futuro de la educación superior en el mundo”. Advertí a los organizadores del evento que no tendría la intención de cubrir este tema en tan pocos minutos. Al celebrar los treinta años de la revista Educación Superior y Sociedad eché un vistazo a algunos documentos y algunas notas personales de esa época y la conclusión a la que llegué es que no hay que reinventar la rueda. La mayoría de los temas que se discuten hoy en día se discutieron al momento de lanzar la revista.
En 1989, la Conferencia General de la UNESCO y la Conferencia Internacional de Educación de Ginebra analizaron la situación de la educación superior y pidieron a la UNESCO que elaborara un plan de acción para la educación superior. Estas discusiones y decisiones están en el origen de la creación del programa UNITWIN / Cátedras UNESCO de 1991, del documento de política de 1995 sobre educación superior y de la primera CMES de 1998. En ese momento, era raro que hubiera una reunión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, en la que sus miembros no discutieran uno o más documentos sobre educación superior. Fue en este momento que se fortalecieron las redes universitarias y, en la región, se crearon asociaciones como la Asociación de Universidades Amazónicas (UNAMAZ) y la Asociación de Universidades Agrupaciones de Montevideo (AUGM). Encuentros muy diversos, como los celebrados en Caracas (Seminario internacional de reflexiones internacionales sobre las nuevas funciones de la educación superior: el caso de América Latina), Dakar (Senegal), Bristol (Reino Unido), Armidale (Australia), mostraron que se estaba tomando rápidamente conciencia de que la relevancia y la calidad eran fundamentales para la educación superior y que no podría existir una sin la otra.
África y Asia
Los debates que tenían lugar entonces en América Latina y el Caribe se reflejaron en los números de la revista Educación Superior y Sociedad. Es interesante notar que, en África, las deficiencias de la educación superior se centraron en: la irrelevancia de la formación obtenida en el extranjero para las realidades locales; la división artificial de diversas disciplinas y niveles educativos; el desequilibrio entre las ciencias y las humanidades; y la orientación de algunos temas de investigación, más útil para la publicación que para la resolución de problemas concretos, adaptando mecánicamente los sistemas europeos a realidades culturales completamente diferentes.
También vale la pena recordar el caso de Asia y el Pacífico. En una reunión regional de octubre de 1990, en Armidale, Australia, sobre las perspectivas y principales tendencias de la educación superior en la región, se destacó la importancia de la movilidad académica, de los estudios sobre innovación y la expansión del espíritu empresarial de los graduados a nivel universitario. De los análisis presentados se desprende claramente que los países que habían invertido mucho en la educación superior, como Corea, Malasia e incluso Tailandia, tenían tasas de crecimiento significativas y podían incentivar a la movilidad social.
Se señaló que todos los países de la región estaban buscando formas de incrementar la cooperación con el sector productivo, privado o público. Sin embargo, y este punto sigue siendo más actual, en países como Tailandia, Indonesia y Japón, la privatización de las instituciones educativas públicas, incluidas las universidades, no trajo ningún resultado en la mejora de la calidad de la educación. Volveremos a este tema más adelante.
Hic et nunc y el pasado
En los años setenta, muchos psicólogos, en una crítica oculta o incluso directa a Freud, decían que no valía la pena ir al pasado. Lo esencial es el “aquí y ahora”, el “hic et nunc” de los filósofos escolásticos. Es evidente que toda reflexión debe apuntar hacia el conocimiento de la realidad actual, para, a través de su análisis, llegar a decisiones sobre acciones que puedan mejorar los sistemas, haciéndolos cada vez más útiles para crear una sociedad mejor. No hay justificación para pensar y actuar como si todavía se estuviera en el pasado.
El conocimiento del pasado es útil, aunque solo sea para evitar errores. Actualmente, con la pandemia, las universidades de todo el mundo se han visto obligadas a buscar nuevas formas de funcionamiento, y cabe recordar que universidades de América Latina y el Caribe, como la Universidad de la República (UDELAR) en Montevideo, y la Universidad Brasilia (UnB) y la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), en Brasil, la Universidad de Córdoba, en Argentina, y muchas otras, pudieron adaptarse y aportar en la búsqueda de soluciones para enfrentar la epidemia.
Sin embargo, las adaptaciones no se hicieron sin que surgieran problemas. Incluso en un país como Francia, durante el período de estricto confinamiento, se informó que un número significativo de estudiantes, más de la mitad, tuvo dificultades para seguir el aprendizaje a distancia. La falta de materiales y dispositivos agravó las dificultades estructurales vinculadas al género, la clase social, al sexo y la raza. Hay profesores que no se han podido adaptar a los nuevos métodos.
En diferentes regiones del mundo muchos profesores se vieron desesperados con instituciones oportunistas que aumentaron el número de estudiantes para obtener más ingresos, y comenzaron a realizar reuniones de todo tipo para solicitar informes detallados de todas las actividades, haciendo que el horario de 24 horas se volviese demasiado corto para todo lo que se exigía. Imagino qué tan difícil es ser profesor en este momento.
Como ya he tenido la oportunidad de señalar en otras ocasiones, incluso en sectores más favorecidos, los estudiantes resienten la falta de interacción social común en el ámbito universitario. Con bibliotecas y laboratorios cerrados, también hay comedores universitarios que han dejado de funcionar, por lo que muchos estudiantes se han visto privados de las condiciones mínimas de subsistencia y, además, no pocos han tenido que renunciar a la universidad. La precariedad de los estudiantes en algunos lugares ha aumentado debido a que ha crecido el desempleo, incluso en lo que respecta a las actividades no permanentes, las que, en épocas normales, a menudo encontraban su fuente de sustento.
Las posiciones y los análisis sobre el efecto de la pandemia en la educación superior se están multiplicando en todo el mundo y, a menudo, se exageran. Muchos parecen creer que las universidades recién ahora están descubriendo el potencial de las nuevas tecnologías. No es así. La tendencia ya era grande y, en países como Inglaterra, en las grandes universidades, buena parte de la docencia era a distancia. Lo mismo sucedía en varios países de todas las regiones del mundo. La declaración de la CMES de 1998 señaló que “la educación superior debe beneficiarse en la mayor medida posible de las nuevas tecnologías, en particular de las nuevas tecnologías de la información, a las que el acceso debe ser lo más amplio posible en todo el mundo”. Es decir, las nuevas tecnologías deben estar al servicio de todos, ser un instrumento para mejorar el acceso, facilitar la democratización de la formación, y no solo servir para consolidar la comercialización de la educación, transformándola definitivamente en un negocio.
Tercera CMES
La UNESCO tiene la intención de celebrar la Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior en mayo de 2022, la cual, inicialmente estaba prevista para octubre de 2021 y se pospuso para 2022. Debe ser reconocida la prudencia y el sentido común de los líderes de la Organización al no realizarla como se había anunciado y algunos deseaban, en octubre de 2021, en medio de la pandemia y sin dar tiempo a que un número representativo de la comunidad académica mundial pudiese participar en su preparación.
Las CMES son importantes. Sirven para sistematizar una serie de principios que sustentan y justifican acciones concretas.
Esperemos que la tercera CMES consolide la idea de la educación superior como un bien público, democrático, por tanto accesible a todos; garantice la autonomía y la libertad académicas; aliente a las instituciones a transformarse en centros de pensamiento crítico y, por ende, en instrumentos a favor de la democracia y de oposición a las dictaduras; que vea a los estudiantes como adultos y que busque fortalecer los lazos de la educación superior con la sociedad.
Nótese bien que el documento final de una CMES puede convertirse en referente y justificar acciones, como sucedió con la declaración de 1998. Un evento de esta naturaleza puede consolidar las ideas de pensadores como Paulo Freire, Miguel Soler Roca y otros que abogan por la educación como un bien público y como instrumento para la mejora de la sociedad, formando ciudadanos técnicamente competentes y conscientes, con capacidad crítica y potencial para participar en la búsqueda de soluciones a los problemas de las sociedades en las que viven.
Pero no olvidemos a los comerciantes de la educación que buscan, en todos los sentidos, reducir costos a través de material estandarizado, muchas veces copiado o comprado en el extranjero, con programas diseñados para realidades culturales diferentes a las de los estudiantes a los que están destinados. Tampoco se puede olvidar la afirmación del director de uno de los MOOC más grandes de Estados Unidos -realizada incluso antes de la pandemia- según la cual, en unos años, en todo el mundo, solo habrá una decena de universidades.
Representantes de América Latina jugaron un papel importante en la CMES de 1998 y 2009. El conocimiento acumulado, reflejado en particular en la revista Educación Superior y Sociedad, y las reflexiones profundas y extensas elaboradas durante la III CRES, en Córdoba, en 2018, y complementadas, ahora, con debates promovidos por diversas organizaciones como la AIU a nivel internacional, y la UDUAL, la CSUCA, la AUGM y otras a nivel regional, ya sea dentro de la UNESCO a través del IESALC, especialmente a través de Enlaces, y de grupos independientes como Kairós, deben estar presentes en Barcelona con motivo de la III CMES.
La historia de la Conferencia Mundial de Educación Superior de 1998, en su totalidad, aún no ha sido contado. Es más conocida la maniobra de 2009 para destruir los conceptos básicos adoptados en 1998 y ratificados en 2009. Con respecto a la III Conferencia Mundial de Barcelona de 2022, incluso aquellos que no son profetas, pueden imaginar que algunos harán todo lo posible para que los principios básicos y esenciales, adoptados en 1998 y que corresponden a los principios fundacionales de la UNESCO tal como se reflejan en su Carta y en la Declaración Universal de Derechos Humanos, sean destruidos para siempre. Ya circulan videos en los que se dice que el mundo ha cambiado y, en consecuencia, las universidades públicas deben privatizarse para mejorar la eficiencia del sistema. Todo mentiras.
Finalmente, vuelvo al documento inicial que Miguel Soler Roca puso en mis manos cuando llegué a la UNESCO en 1981. El análisis de las acciones realizadas por muchas multinacionales en el ámbito de la educación reveló, incluso en ese momento, la amplitud de los medios adoptados para utilizar la ciencia y la tecnología con el objetivo de garantizar el control de la comercialización de los productos y la transferencia de técnicas. Los países en desarrollo siguen dependiendo estructuralmente del conocimiento científico controlado por las empresas transnacionales, incluso cuando ofrecen transferencia de tecnología. Son incapaces de crear. Están condenados a imitar y copiar.
Repito una vez más: no soy un profeta, pero durante la próxima CMES, muchos grandes lobos malos pueden intentar presentarse vestidos con una capucha roja, proponiendo, a través de hermosos discursos, una cooperación que, en realidad, apunta a mantener el antiguo sistema colonial y el control de unos pocos sobre la mayoría. En un encuentro como este hay mucho espectáculo, mucha fantasía y el riesgo de manipulación es muy alto. La clave está en estar atentos a los principios, para asegurar que, en el documento final, los valores que guiaron la creación de la UNESCO, los principios defendidos por educadores como Paulo Freire y, en la UNESCO, por personalidades como Miguel Soler Roca, prevalezcan, y que la educación superior, en las actuales condiciones, aunque diferentes a las del pasado reciente, siga siendo considerada un bien público, accesible a todos, y orientada a formar ciudadanos conscientes y con capacidad crítica para participar en la construcción de una sociedad mejor y más justa.
La educación superior pospandémica será lo que sea la sociedad. Y esto será lo que deseen las generaciones actuales. Espero que construyan un mundo inclusivo donde todos se beneficien del desarrollo, un mundo democrático donde el acceso a los bienes culturales y materiales sea para todos, un mundo donde se respeten los derechos humanos, la naturaleza y el medio ambiente, en el que se elimine la pobreza, así como toda discriminación basada en el sexo, el idioma, los recursos, la raza. En un momento en el que se conmemoran las tres décadas de existencia de la revista Educación Superior y Sociedad es importante recordar los principios básicos de iniciativas como esta [5].
Elementos de la Declaración de la CMES de 1998
- El acceso a la educación superior debe estar abierto a todos, en igualdad de condiciones, en función de sus méritos. No se pueden aceptar discriminaciones. Se debe fortalecer la participación de las mujeres.
- La principal misión de la educación superior en la actualidad es formar ciudadanos, ofreciéndoles un espacio permanente para el aprendizaje de calidad.
- Las instituciones de educación superior deben desarrollar un espíritu crítico a través de la verdad y la justicia, sometiendo todas sus actividades a la exigencia del rigor ético y científico. Para ello, las libertades académicas y la autonomía son indispensables.
- La calidad de la educación superior es un concepto multidimensional que debe abarcar todas sus funciones y actividades. Se pondrá especial cuidado a la promoción del conocimiento a través de la investigación.
- Los estudiantes deben estar en el centro de las preocupaciones de los tomadores de decisiones nacionales e institucionales. Son los protagonistas esenciales del proceso de renovación de la educación superior.
- Desde la perspectiva de una educación a lo largo de la vida, es fundamental diversificar los sistemas, instituciones y programas de estudio. Es imperativa una política vigorosa de mejora del personal.
- La educación superior debe beneficiarse en la mayor medida posible de las nuevas tecnologías, en particular de las nuevas tecnologías de la información, a las que el acceso debe ser lo más amplio posible en todo el mundo.
- La educación superior debe considerarse un bien público.
- La dimensión internacional de la educación superior forma parte de su calidad, por lo que debe fomentarse la creación de redes cuya acción se base en la solidaridad y la igualdad entre sus miembros y se convierta en un instrumento esencial de las instituciones y sistemas.
- La relevancia debe medirse por la adecuación entre lo que hacen las instituciones de educación superior y lo que la sociedad espera de ellas. La relevancia, la participación en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de la sociedad, la inserción en un mundo laboral en el que las necesidades de las sociedades se consideran prioritarias y la contribución al desarrollo de todo el sistema educativo son fundamentales para la acción de las instituciones y sistemas de educación superior. Siempre deben basar sus orientaciones a largo plazo en los objetivos y necesidades de la sociedad, incluido el respeto por las culturas y la protección del medio ambiente.
[1] Ex director de la División de Educación Superior de la UNESCO en París (1981-1999) mrodriguesdias@gmail.com
[2] La revista Educación Superior y Sociedad dio continuidad a una publicación de un boletín de noticias en Caracas que también contenía artículos de fondo, pero cuyos objetivos eran más modestos.
[3] No entraré en detalles, pero pronto nos dimos cuenta de que hacer esto en la UNESCO en París no era factible. La iniciativa CRESALC, mientras Gustavo López Ospina era director y responsable de la publicación, la competente y motivada Carmen García Guadilla sólo podía despertar interés y no podía dejar de ser apoyada.
[4] La primera Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) tuvo lugar en La Habana, Cuba, en 1996; la segunda en Cartagena de Indias, Colombia, en 2008 y la tercera en Córdoba, Argentina, en 2018, coincidiendo con el centenario de la declaración y reforma de Córdoba.
[5] Debido al impacto y trauma familiar que vivió mi familia recientemente, con la muerte de mi esposa, no he participado en muchos de los debates que se han desarrollado sobre educación superior. Cuando ella pasó por una crisis inesperada, ninguno de nosotros pudo prever la gravedad de la situación. El origen de todo fue un antiguo cáncer de pulmón, provocado -no cabe duda- por el tabaquismo excesivo en algún momento de su vida. Dejó de fumar en 2009, pero el daño ya estaba hecho. No puedo dejar de expresar mi enojo por la industria tabacalera y la publicidad, que se ha convertido en un crimen organizado, tolerado en todo el mundo.
Discurso leído el 26 de mayo de 2020 en el marco del webinar de conmemoración del 30 aniversario de la Revista ESS
Foto de Charl Folscher en Unsplash
RELATED ITEMS